Vamos a decirlo como es: los descuentos no son tu salvación, son tu ruina disfrazada de buena idea. Cada vez que decides bajar el precio de tus productos o servicios, no solo estás comprometiendo tus márgenes de ganancia.
Lo peor de todo es que estás enseñándole a tus clientes a esperar siempre el próximo descuento, poniendo en riesgo la percepción del valor real de tu trabajo.
Cuando haces un descuento, ¿qué mensaje crees que le estás enviando a tu cliente? Pues que probablemente lo que vendes no vale lo que pides por ello.
Es como si estuvieras diciendo: “No confío lo suficiente en lo que hago, así que mejor lo pongo más barato para que alguien me lo compre”.
Esto no solo te hace parecer débil, sino que también condiciona a tu cliente. Ahora, cada vez que quiera comprar algo, esperará que lo rebajes. Y si no lo haces, simplemente se irá a buscar a otro que sí lo haga. ¿Así quieres vivir?
Hay otra gran mentira en este juego: que los descuentos fidelizan.
No lo hacen. Los clientes que atraes con descuentos no están contigo porque aman lo que haces. Están contigo porque fuiste más barato.
Así que no te sorprendas cuando te abandonen en cuanto alguien más tire los precios aún más bajos. No estás construyendo lealtad, estás alimentando un círculo vicioso.
Y ni hablemos del daño financiero que esto causa. ¿Alguna vez has hecho los números? Vamos a imaginar que tu margen de ganancia es del 30%.
Si decides hacer un descuento del 20%, necesitarás vender un 67% más para ganar lo mismo que antes.
¿De verdad crees que puedes triplicar tus ventas con solo bajar el precio?
Porque si no puedes, lo único que estás haciendo es trabajar más para ganar menos.
Además, los descuentos destruyen la percepción de exclusividad. Piensa en marcas que nunca rebajan: Apple, Tesla, Rolex. Lo que tienen en común es que saben defender el valor de lo que ofrecen.
¿Cuándo has visto a Apple con un cartel de “50% de descuento”? Nunca. Porque vender barato no es parte de su estrategia. ¿Y sabes qué?
Sus clientes lo entienden y están dispuestos a pagar.
Entonces, ¿Qué puedes hacer si los descuentos no son la solución?
Lo primero es cambiar el enfoque. Deja de hablar de precio y empieza a hablar de valor.
Ayuda a tus clientes a entender qué es lo que hace único a tu producto o servicio.
Muéstrales cómo resuelves sus problemas o mejoras su vida. No necesitas justificar un precio, necesitas defenderlo con argumentos sólidos.
Otra estrategia mucho más efectiva que los descuentos es añadir valor en lugar de quitar precio.
Si necesitas dar un empujón a tus ventas, prueba ofreciendo algo extra, como un bono o un regalo que complemente tu producto. Eso crea una percepción de valor añadido sin comprometer tus márgenes.
Y no te olvides de trabajar en tu marca personal.
Si la gente te percibe como una autoridad en tu sector, dejarán de cuestionar tu precio. Pagarán por trabajar contigo porque saben que lo que ofreces vale cada céntimo.
Aquí en «El Arte de Vender» entendemos perfectamente el valor de lo que hacemos.
Por eso no jugamos a los descuentos.
Lo que sí hacemos es enseñarte cómo vender con confianza, cómo comunicar el valor de lo que ofreces y cómo convertirte en alguien que no necesita justificar sus precios.
Pero ojo: en cuanto acabe el Black Friday, el precio del curso va a subir.
No porque queramos ponértelo más difícil, sino porque sabemos lo que vale nuestra formación y porque queremos que aprendas a hacer lo mismo con tu negocio.
Si estás listo para dejar atrás las rebajas y empezar a vender de verdad, este es el momento.
Aquí tienes el enlace: El Arte de Vender
Al final del día, la pregunta no es si puedes permitirte no hacer descuentos.
La pregunta es si puedes permitirte seguir haciéndolos.
Tu negocio y tu autoestima como emprendedor dependen de ello.