Mi gordi dice que le encanta cómo lo cuido. Yo le respondo: ‘¿Y el contrato dónde está?

Sí, llamo «gordi» a mi pareja, y no, no voy por la vida con corazoncitos y flores en las ventas. Porque, querido lector, déjate de pamplinas: vender no es un acto de amor, es un negocio.

Y como todo buen negocio, no tiene espacio para los «¡Ay, qué mono este cliente, qué bien le queda mi propuesta! 😍».

No.

Las ventas van de resolver problemas, cerrar tratos y, sobre todo, ir al grano sin rodeos.

Me explico:

¿Crees que Netflix, Apple o Amazon andan preguntándote si te sientes amado mientras compras?

No, mi ciela.

Te lanzan un mensaje claro, directo y con un call-to-action que no puedes ignorar: «Suscríbete ya», «Cómpralo ahora», «Sé premium y paga más felizmente».

Y pum, ya caíste.

En ventas, como en el amor (el real, no el empalagoso), el truco está en dos cosas:

  1. Que lo que ofreces sea irresistible.
  2. Que se lo pongas tan fácil al cliente que parezca que cerrar el trato fue idea suya.

Así que, si eres de los que aún cree que vender es acariciar al cliente y esperar a que por arte de magia te diga que sí… Lo siento, estás más perdido que mi gordi buscando las llaves.

Pero, ¿quieres saber cuál es el giro de trama aquí?

¿Cómo mezclar un poquito de amor (realista) con estrategia de ventas? No te preocupes, lo dejo aquí en El Arte de Vender

Porque, amigo, hasta en esto del contenido hay que aplicar técnicas de ventas: siempre deja al cliente con ganas de más.

P.D.: ¿Quieres aprender a vender como un pro y no como un enamorado iluso? Te dejo un par de pistas para que te prepares: el primer paso es conocerte mejor a ti mismo y a tus clientes. Lo demás, te lo cuento en la próxima entrega.

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